ic_traumatismos

TRAUMATISMOS CRANEOENCEFÁLICOS

Los Traumatismos cráneo-encefálicos (TCE) son lesiones cerebrales derivadas de un golpe en el cráneo o cabeza (encéfalo), como puede suceder en los accidentes de tráfico, laborables, caídas fortuitas o incluso asociados a la práctica deportiva. El golpe puede causar una herida en el cráneo (rotura de huesos) y, como consecuencia, el daño o incluso pérdida de parte del tejido cerebral. En otras ocasiones, se produce una contusión, o golpe “cerrado” en el cráneo, sin lesiones externas aparentes, a pesar de lo cual puede existir una lesión cerebral con secuelas importantes (por el fenómeno de aceleración-deceleración, o la contusión de áreas concretas del cerebro). En definitiva, puede haber una lesión cerebral por trauma incluso sin aparentes signos de herida a primera vista. La ausencia de signos externos de lesión, motiva en ocasiones que el paciente y la familia, no identifiquen el TCE como el origen de los síntomas, especialmente los que tienen que ver con cambios en el carácter, y la regulación de la conducta y estado emocional.

Los TCE leves son precisamente  los que con frecuencia pasan inadvertidos: aun cuando el paciente y la familia son conscientes de la presencia de cambios importantes, no reciben la atención o el reconocimiento legal, pues las lesiones a veces ni siquiera se pueden observar con pruebas de neuroimagen (TAC o escáner cerebral, o resonancia magnética). Las personas que han sufrido un TCE leve pueden no presentar síntomas motores o físicos, y con frecuencia las secuelas se limitan a alteraciones neuropsicológicas, como dificultades para pensar (alteraciones cognitivas), y/o para regular su conducta y emoción (es posible que se vuelvan más irritables, impacientes, egocéntricos, emocionales o apáticos). La familia suele percibir que la persona que ha sufrido el TCE leve “no es la misma de antes”, pero no son capaces de identificar la causa, o cuando lo hacen, no se les ofrece el tratamiento adecuado, y acaban con un largo peregrinaje por diferentes servicios asistenciales, y habitualmente, medicados sin éxito. Las secuelas cognitivas más frecuentes pueden incluir problemas de memoria, dificultades para expresar sus ideas (porque no encuentran las palabras con facilidad o porque se hacen un lío al estructurar su discurso), problemas de concentración, dificultad para planificar y resolver problemas cotidianos y/o complejos, lentitud para pensar, o baja tolerancia a permanecer en sitios ruidosos o con mucha gente.

Además, existen otros síntomas que tienen que ver más con la conducta o la emoción, y que son los que más suelen preocupar a las personas que conviven con la persona con el TCE leve:

Dificultades para regular las emociones

Lo que a su vez puede derivar ocasionalmente en alteraciones de conducta (agresividad, impulsividad, inquietud, llanto incontrolado, etc.).

Pérdida de la capacidad de empatía

De comprender e integrar las emociones de los demás. Como consecuencia, se produce una pérdida de interés por los demás y las cosas que les pasan (se vuelven “fríos” con los demás, egocéntricos)

Frecuentes despistes y olvidos cotidianos

A pesar de que luego su memoria funciona bien para otras cosas.

Síntomas de apatía

Abandono de sus actividades e intereses previos, desinterés generalizado, la familia tiene la sensación de que hay que tirar de la persona para todo.

En general, ineficacia

A la hora de llevar a cabo sus actividades cotidianas, con múltiples errores, fallos, despistes, y la sensación de mostrar una conducta desorganizada.

Los TCE moderados y severos resultan más evidentes y por lo tanto, lo habitual es que estén bien diagnosticados. Como en todas las formas de daño cerebral adquirido (DCA) las secuelas dependen de las áreas cerebrales que han sido dañadas y las que quedan preservadas. Como en el caso del ictus y otras formas de DCA (tumores cerebrales, hipoxia, encefalitis) el TCE puede producir síntomas físicos (motores o sensoriales), neuropsicológicos, alteraciones de comunicación, y como resultado, pérdida de autonomía o independencia funcional.

A nivel físico, se puede dar la pérdida de la movilidad de un mitad del cuerpo (hemicuerpo derecho o izquierdo) o la alteración de la movilidad de los miembros inferiores (piernas y pies), superiores (brazos y manos) o ambos (tetraparesia). En definitiva, la pérdida de la movilidad funcional y capacidad de la marcha. En formas más leves, la alteración sólo es del equilibrio o del patrón de marcha.

La persona puede presentar también alteraciones del lenguaje y capacidad para la comunicación, que pueden ir desde una dificultad o incapacidad para expresarse por “no encontrar” las palabras; hasta la incapacidad para comprender a otras personas y su entorno.

En otras ocasiones, se altera el habla, cómo pronuncian, por la alteración de la capacidad de movilidad fina de los músculos oro-faciales (de la boca, cara, que denominamos disartria), por lo que resulta difícil entenderles, y su habla es más torpe y lenta. Estas alteraciones pueden ir acompañadas de dificultades para el acto de comer y tragar los alimentos sólidos y líquidos, que se llama disfagia.

Las alteraciones neuropsicológicas mencionadas para los TCE leves también son comunes en los TCE más severos: dificultades con los procesos cognitivos (alteraciones de la atención-concentración, memoria, razonamiento abstracto, capacidad para resolver problemas) y dificultades para regular y gestionar la emoción y la conducta, incluida la conducta social (las relaciones con otros, especialmente las relaciones cercanas y emocionalmente más significativas).

evaluacion_gratuita

Vuelve a ser tú 

 
 
Te ayudamos a recuperar la autonomía después de un TRAUMATISMO CRÁNEO-ENCEFÁLICO.

Solicita ahora una EVALUACIÓN GRATUITA y sin compromiso para que podamos estudiar tu caso y aconsejarte sobre las mejores opciones para volver a recuperar tu autonomía. ¡Déjanos tu teléfono y te llamamos!

    Nombre y apellidos
    Teléfono
    Email
    Tu mensaje

    Contacto por Email