El poder ayudar a las personas que han sufrido un daño cerebral a recuperarse tras su lesión, buscando lograr objetivos conjuntos, ver como ganan independencia, como vuelven a hacer tareas y actividades, como aprenden habilidades nuevas… en resumen, ver como las personas vuelven a sentirse realizadas, más completas y, sobretodo, felices es de lo que más me enorgullezco de mi trabajo.
La necesidad de dar apoyo a las personas que han sufrido un daño cerebral, lo poco conocido que es este mundo y las grandes necesidades que se detectan en este campo, fueron los principales puntos que me impulsaron a adentrarme en él y buscar, desde dentro, ayudar en todo lo posible.
La relación personal, de confianza y cercanía con nuestros pacientes es clave. No somos meras máquinas que aplican un tratamiento. Damos apoyo, conversación, consejo, tratamos de solucionar problemas y somos una fuente de consulta y ayuda frente a las preocupaciones que nuestros pacientes puedan tener, tanto en el ámbito de la rehabilitación como en otros aspectos, personales, de salud, de relación, etc.